Читаем FUEGO.PDF полностью

—Señor, estuve en constante alerta —dijo con rapidez la voz de Malfoy, desde debajo de la capucha—. Si hubiera visto cualquier señal vuestra, una pista sobre vuestro paradero, habría acudido inmediatamente a vuestro lado. Nada me lo habría impedido...

—Y aun así escapaste de la Marca Tenebrosa cuando un fiel mortífago la proyectó en el aire el verano pasado —lo interrumpió Voldemort con suavidad, y el señor Malfoy dejó bruscamente de hablar—. Sí, lo sé todo, Lucius. Me has decepcionado... Espero un servicio más leal en el futuro.

—Por supuesto, señor, por supuesto... Sois misericordioso, gracias.

Voldemort se movió, y se detuvo mirando fijamente al hueco que separaba a Malfoy del siguiente hombre, en el que hubieran cabido bien dos personas.

—Aquí deberían encontrarse los Lestrange —dijo Voldemort en voz baja—. Pero están en Azkaban, sepultados en vida. Fueron fieles, prefirieron Azkaban a renunciar a mí... Cuando asaltemos Azkaban, los Lestrange recibirán más honores de los que puedan imaginarse. Los dementores se unirán a nosotros: son nuestros aliados naturales.

Y llamaremos a los gigantes desterrados. Todos mis vasallos devotos volverán a mí, y un ejército de criaturas a quienes todos temen...

Siguió su recorrido. Pasaba ante algunos mortífagos sin decir nada, pero se detenía ante otros y les hablaba:

—Macnair... Colagusano me ha dicho que ahora te dedicas a destruir bestias peligrosas para el Ministerio de Magia. Pronto dispondrás de mejores víctimas, Macnair. Lord Voldemort te proveerá de ellas.

—Gracias, señor... gracias —musitó Macnair.

—Y aquí —Voldemort llegó ante las dos figuras más grandes— tenemos a Crabbe.

Esta vez lo harás mejor, ¿no, Crabbe? ¿Y tú, Goyle?

Se inclinaron torpemente, musitando:

—Sí, señor...

—Así será, señor...

—Te digo lo mismo que a ellos, Nott —dijo Voldemort en voz baja, desplazándose hasta una figura encorvada que estaba a la sombra del señor Goyle.

—Señor, me postro ante vos. Soy vuestro más fiel servidor...

—Eso espero —repuso Voldemort.

Llegó ante el hueco más grande de todos, y se quedó mirándolo con sus rojos ojos, inexpresivos, como si pudiera ver a los que faltaban.

—Y aquí tenemos a seis mortífagos desaparecidos... tres de ellos muertos en mi servicio. Otro, demasiado cobarde para venir, lo pagará. Otro que creo que me ha dejado para siempre... ha de morir, por supuesto. Y otro que sigue siendo mi vasallo más fiel, y que ya se ha reincorporado a mi servicio.

Los mortífagos se agitaron. Harry vio que se dirigían miradas unos a otros a través de las máscaras.

—Ese fiel vasallo está en Hogwarts, y gracias a sus esfuerzos ha venido aquí esta noche nuestro joven amigo...

»Sí —continuó Voldemort, y una sonrisa le torció la boca sin labios, mientras los ojos de todos se clavaban en Harry—. Harry Potter ha tenido la bondad de venir a mi fiesta de renacimiento. Me atrevería a decir que es mi invitado de honor.

Se hizo el silencio. Luego, el mortífago que se encontraba a la derecha de Colagusano avanzó, y la voz de Lucius Malfoy habló desde debajo de la máscara.

—Amo, nosotros ansiamos saber... Os rogamos que nos digáis... como habéis logrado... este milagro... cómo habéis logrado volver con nosotros...


—Ah, ésa es una historia sorprendente, Lucius —contestó Voldemort—. Una historia que comienza... y termina... con el joven amigo que tenemos aquí.

Se acercó a Harry con desgana, y ambos fueron entonces el centro de atención. La serpiente seguía dando vueltas alrededor de Harry.

—Naturalmente, sabéis que a este muchacho lo han llamado «mi caída» —dijo Voldemort suavemente, clavando sus rojos ojos en Harry; la cicatriz empezó a dolerle tanto que éste estuvo a punto de chillar de dolor—. Todos sabéis que, la noche en que perdí mis poderes y mi cuerpo, había querido matarlo. Su madre murió para salvarlo, y sin saberlo fue para él un escudo que yo no había previsto... No pude tocarlo.

Voldemort levantó uno de sus largos dedos blancos, y lo puso muy cerca de la mejilla de Harry.

—Su madre dejó en él las huellas de su sacrificio... esto es magia antigua; tendría que haberlo recordado, no me explico cómo lo pasé por alto... Pero no importa: ahora sí que puedo tocarlo.

Harry sintió el contacto de la fría yema del dedo largo y blanco, y creyó que la cabeza le iba a estallar de dolor.

Voldemort rió suavemente en su oído; luego retiró el dedo y siguió dirigiéndose a los mortífagos.

Перейти на страницу:

Похожие книги