Читаем Un Puerto Seguro полностью

– ¿Te ves capaz de calmarte?

Daba la impresión de que había perdido el juicio, pero a aquella distancia no alcanzaba a calibrar la gravedad de la situación. Parecía bastante grave, y Matt no sabía a qué podía deberse. Quizá era por culpa de la festividad; tal vez Ophélie no podía soportar la realidad de su doble pérdida. Lo que no sabía era que se trataba en verdad de una triple pérdida, porque no solo había perdido a Ted y Chad, sino también todas las ilusiones acerca de su matrimonio. Era casi más de lo que podía soportar.

– No lo sé -confesó en respuesta a la pregunta de Matt.

– ¿Quieres que pida ayuda?

Seguía contemplando la posibilidad de llamar al número de urgencias. También pensó en telefonear a Andrea, porque vivía más cerca, pero un sexto sentido en el que no confiaba demasiado le aconsejaba no llamar a nadie.

– No. Me pondré bien; solo necesito tiempo.

– ¿Puedes tomarte algo para tranquilizarte? -preguntó Matt, aunque no le hacía gracia imaginar a Ophélie sedada y a solas con Pip; la niña se trastornaría muchísimo.

– No necesito nada para tranquilizarme. Estoy muerta. Ellos me han matado -sollozó Ophélie.

– ¿Quién te ha matado?

– No quiero hablar de ello. Ted se ha ido.

– Eso ya lo sé. Lo sé…

Estaba peor de lo que había creído, y por un instante se preguntó si habría bebido.

– Quiero decir que se ha ido de verdad. Para siempre. Y nuestro matrimonio también. De hecho, ni siquiera sé si existió alguna vez.

Las palabras de Andrea no significaban nada para ella.

– Lo comprendo -murmuró Matt en un intento de calmarla.

– No, no lo comprendes, y yo tampoco lo comprendía. He encontrado una carta.

– ¿De Ted? -exclamó Matt, atónito-. ¿Una nota de suicidio?

De pronto se preguntó si se habría suicidado, llevándose a Chad por delante. Eso habría explicado la histeria de Ophélie.

– Una nota de homicidio -puntualizó Ophélie.

Matt no entendía nada, pero a todas luces había ocurrido algo terrible.

– ¿Podrás arreglártelas esta noche, Ophélie?

– ¿Acaso tengo otra opción? -replicó ella sin energía alguna.

– No, sobre todo por Pip. La única opción que tienes es decidir si quieres que vaya a tu casa o no.

Pero, por una vez, no quería irse de la playa. Quería explicárselo, pero no en aquel momento; su historia tendría que esperar.

– Me las arreglaré -dijo Ophélie.

¿Qué importaba a esas alturas? Nada importaba desde su punto de vista.

– Quiero que tú y Pip vengáis mañana.

Era lo que habían planeado, y, más que nunca, quería verla en la playa, o de lo contrario iría él a la ciudad.

– No creo que pueda -contestó ella con sinceridad.

No se imaginaba conduciendo hasta Safe Harbour, y tampoco a él le gustaba la idea, a decir verdad. Ophélie no estaba en condiciones de conducir.

– Si no te sientes con ánimos, iré yo. Te llamaré mañana por la mañana y también dentro de una hora para ver cómo estás. Puede que esta noche debas dormir sola si estás demasiado alterada. Parece que necesitas estar sola, y todo esto puede resultar muy duro para Pip.

Ya era duro para Pip.

– Le preguntaré qué quiere hacer. Y no hace falta que me llames; estaré bien.

– No me convences -masculló él, preocupado por las dos-. Déjame hablar con Pip.

Ophélie llamó a Pip, que cogió el teléfono en el estudio. Matt le pidió que lo llamara si sucedía algo y que telefoneara a urgencias si la cosa se ponía demasiado fea.

– Tiene mejor aspecto -informó Pip.

Cuando regresó al dormitorio principal, su madre había encendido las luces. Aún estaba mortalmente pálida, pero al menos procuró tranquilizar a su hija.

– Lo siento. Es que… creo que me he asustado.

Era lo único que alcanzó a decir para explicar la situación. No tenía intención de contarle la historia jamás, ni tampoco que el bebé de Andrea era su hermanastro.

– Yo también -convino Pip en un murmullo antes de acurrucarse entre los brazos de su madre.

Ophélie estaba helada, y Pip la cubrió con una manta para abrigarla.

– ¿Quieres que te traiga algo, mamá?

Le llevó un vaso de agua, del que Ophélie bebió un sorbo para complacer a su hija. Se sentía muy culpable por haberla asustado de aquel modo. Sin lugar a dudas, había enloquecido durante un rato.

– Estoy bien. ¿Quieres dormir aquí esta noche?

Ophélie se desvistió y se puso el camisón, y al poco Pip volvió en pijama y acompañada del perro. Permanecieron abrazadas y despiertas durante largo rato. Cuando Matt llamó, Pip le aseguró que todo iba bien, y lo cierto era que tenía mejor voz, por lo que Matt supuso que era cierto. Antes de colgar prometió a la niña que de un modo u otro se verían al día siguiente. Por primera vez, le dijo que la quería. Sabía que Pip necesitaba oírlo y él necesitaba decírselo.

Pip se acurrucó de nuevo junto a su madre. Tardaron mucho en conciliar el sueño; Pip no cesaba de mirar a Ophélie para comprobar cómo estaba, y por fin se durmieron con las luces encendidas, para ahuyentar a los demonios.


Перейти на страницу:

Похожие книги

Сбежавшая жена босса. Развода не будет!
Сбежавшая жена босса. Развода не будет!

- Нас расписали по ошибке! Перепутали меня с вашей невестой. Раз уж мы все выяснили, то давайте мирно разойдемся. Позовем кого-нибудь из сотрудников ЗАГСа. Они быстренько оформят развод, расторгнут контракт и… - Исключено, - он гаркает так, что я вздрагиваю и вся покрываюсь мелкими мурашками. Выдерживает паузу, размышляя о чем-то. - В нашей семье это не принято. Развода не будет!- А что… будет? – лепечу настороженно.- Останешься моей женой, - улыбается одним уголком губ. И я не понимаю, шутит он или серьезно. Зачем ему я? – Будешь жить со мной. Родишь мне наследника. Может, двух. А дальше посмотрим.***Мы виделись всего один раз – на собственной свадьбе, которая не должна была состояться. Я сбежала, чтобы найти способ избавиться от штампа в паспорте. А нашла новую работу - няней для одной несносной малышки. Я надеялась скрыться в чужом доме, но угодила прямо к своему законному мужу. Босс даже не узнал меня и все еще ищет сбежавшую жену.

Вероника Лесневская

Короткие любовные романы / Современные любовные романы / Романы