Читаем Obsesión espacial полностью

Las astronaves eran inspeccionadas cuando se hallaban en la Tierra. La Valhalla tenía que estar en buenas condiciones porque sólo llevaba nueve años terrestres de servicio. Los inspectores se mostraban más severos y exigentes cuando se tenían que hacer viaje largos, pues había que contar con el de regreso.

Alan temía que los inspectores vieran algo en la Valhalla que aconsejara el aplazamiento de la salida de la nave. Según el plan adoptado, tenía que partir para Proción dentro de seis días, llevando a bordo, como de costumbre, a un grupo de colonizadores.

El plan se consideraba como cosa sagrada. Pero Alan no había olvidado que existía su hermano, Steve. Si pudiera disponer de unos días para buscarlo y encontrarlo…

«Veremos», pensó el joven.

Formó el propósito de descansar un rato.

El descanso fue breve. Una voz chillona, que él conocía muy bien, vino a turbarlo y le hizo exclamar:

—¡Se acabó el descanso! ¿Qué querrá esta pelma?

—¿Tú aquí sin hacer nada?

Alan abrió un ojo y miró con tristeza la figura enclenque de Judy Collier.

—He terminado mi trabajo, y por eso estoy aquí. Quería descansar un poco. ¿Es que tú no quieres que descanse?

Judy alzó las manos y, nerviosa, paseó la mirada por el Salón de Recreo.

—¡No te alborotes, hijo! ¿Dónde está Rata? ¿Dónde está ese animal?

—No te preocupes por él. Se ha quedado en mi camarote, royendo un palito. Te aseguro que le gusta más eso que tus tobillos, que no son más que hueso. —Alan bostezó adrede y añadió—: Y ahora, ¿me das tu permiso para descansar?

La niña pareció ofendida.

—Si te lo tomas así… He venido para contarte las novedades que veremos en el Recinto cuando aterricemos. Muchas cosas han cambiado desde la última vez que estuvimos allí. Pero supongo que eso a ti no te interesa…

La chiquilla hizo además de marcharse.

—¡Espera un momento!

El padre de Judy era el Oficial Jefe de Señales de la Valhalla y su hija, generalmente, se enteraba por él, antes que nadie, de lo que sucedía en loa planetas en que desembarcaban.

—¿Qué pasa ahora? — preguntó el joven.

—Que han reformado el reglamento para la aplicación de la Ley de Cuarentenas. Hace de eso dos años. Lo motivó una nave que regresó de Altair con algunos tripulantes que tenían una enfermedad rara. Nos aislarán de los otros en el Recinto mientras no hayamos sido reconocidos por los médicos.

—¿Lo hacen con todas las naves?

—Sí. Es un fastidio. Por eso tu padre, pensando que no podremos salir a hacer visitas hasta después de haber sido reconocidos, ha decidido dar un baile esta noche para procurarnos un poco de distracción.

—¿Un baile?

—Lo que oyes. Cree que es buena idea para que no decaigan nuestros ánimos en tanto esperamos que levanten la cuarentena. Me ha invitado el antipático de Roger Bond — añadió la joven alzando una ceja y mirándole con aires de importancia.

—¿Qué tienes que decir de Roger? Toda esta tarde he estado envasando carne de dinosaurio con él.

—Que no me hace ninguna gracia, absolutamente ninguna.

«Pues yo sí te haría» — pensó Alan —. «¡Te asaría viva a fuego lento!»

—¿Has aceptado? — preguntó el chico por mostrarse cortés.

—¡No! Es decir, todavía no. Creo que recibiré otras invitaciones más interesantes.

Pensó Alan: «Te conozco, bacalao. Tú buscas que te invite.»

El muchacho volvió a ponerse cómodo en la silla y fue cerrando los ojos poquito a poco.

—Que tengas buena suerte, Judy.

La flaca muchacha se quedó boquiabierta al oír esto.

—¡Tú eres otro antipático!

—Lo sé —confesó Alan, sin alterarse—. Soy algo horrible. En realidad soy un vil gusano de los que se arrastran por el fango de Neptuno. Estoy aquí disfrazado para destruir la Tierra. Y si revelas mi secreto, te como viva.

Judy no hizo caso de aquel exabrupto. Movió la cabeza y preguntó en son de queja:

—¿Es que tengo obligación de ir siempre al baile con Roger Bond? Bueno, perdona…

Después de decir esto, se retiró.

Alan la siguió con la vista mientras atravesaba el Salón de Recreo y hasta que dejó a sus espaldas la puerta de salida. Era tonta, pero había dado en el clavo al referirse al problema que planteaba la vida en la astronave, haciendo la pregunta: «¿Es que tengo obligación de ir siempre al baile con Roger Bond?»

La Valhalla era prácticamente un universo encerrado en sí mismo. Pertenecer a su tripulación equivalía a ser inamovible en el cargo. Nadie renunciaba a su empleo, a no ser que obrase como Steve, y Steve había sido el único de los tripulantes de la Valhalla que había hecho eso. Y ningún recién llegado podía entrar a forma parte de la tripulación si no era en los casos, muy infrecuentes, en que se hacían cambios de personal. La propia Judy Collier era uno de los tripulantes que menos tiempo llevaban a bordo, pues su familia sólo hacía cinco años que había sido admitida, por haberse tenido que reemplazar un oficial de señales.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Карта времени
Карта времени

Роман испанского писателя Феликса Пальмы «Карта времени» можно назвать историческим, приключенческим или научно-фантастическим — и любое из этих определений будет верным. Действие происходит в Лондоне конца XIX века, в эпоху, когда важнейшие научные открытия заставляют людей поверить, что они способны достичь невозможного — скажем, путешествовать во времени. Кто-то желал посетить будущее, а кто-то, наоборот, — побывать в прошлом, и не только побывать, но и изменить его. Но можно ли изменить прошлое? Можно ли переписать Историю? Над этими вопросами приходится задуматься писателю Г.-Дж. Уэллсу, когда он попадает в совершенно невероятную ситуацию, достойную сюжетов его собственных фантастических сочинений.Роман «Карта времени», удостоенный в Испании премии «Атенео де Севилья», уже вышел в США, Англии, Японии, Франции, Австралии, Норвегии, Италии и других странах. В Германии по итогам читательского голосования он занял второе место в списке лучших книг 2010 года.

Феликс Х. Пальма

Фантастика / Приключения / Исторические приключения / Научная Фантастика / Социально-психологическая фантастика