Читаем La Tierra permanece полностью

En las sombrías y húmedas profundidades se unen las dos mitades, y cada una de ellas lleva en sí la perfecta mitad del genio. Pero esto no es aún suficiente. El niño debe venir al mundo en tiempo y lugar propicios para cumplir su tarea. Y eso no es todo. En el mundo donde vive el niño, la muerte cabalga día y noche.

Cuando nacen millones de niños, todos los años, se cumple alguna vez el raro milagro, y un profeta aparece entre los hombres. Pero ¿qué esperanza puede haber cuando la humanidad ha sido diezmada y los niños son pocos?


Ish advirtió de pronto que se había incorporado sin saber por qué ni cómo. Hablaba. En realidad, pronunciaba un discurso.

—Escuchad —decía—, ha llegado la hora de actuar. Hemos esperado bastante.

Estaba en la sala de su casa, y se dirigía a un grupo de amigos. Y sin embargo, le parecía estar en un estrado, en un anfiteatro inmenso, y dirigiéndose a toda una nación, la humanidad entera.

—Hay que acabar con esto —continuó—. No podemos seguir en esta vida cómoda, hurgando en los restos de los viejos días, no creando ni haciendo nada nosotros mismos. Estos tesoros se agotarán un día, si no en nuestra época, en la de nuestros hijos, o nuestros nietos. ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Qué será de ellos si nada producen? Encontrarán siempre de qué alimentarse, supongo. Las vacas y conejos no desaparecerán de la noche a la mañana. Pero ¿y los objetos manufacturados, las herramientas? ¿Cómo encenderán fuego cuando no haya más fósforos?

Se interrumpió para pasear a su alrededor una mirada. Todos sonreían, aprobando. Joey lo miraba excitado, con los ojos brillantes.

—Esa nevera de que hablabais hace un rato —siguió Ish— es un buen ejemplo. Discutimos y nos cruzamos de brazos. Nos parecemos a aquel viejo rey encantado, que veía el ir y venir de las gentes. Pero él nunca podía moverse para no romper el encantamiento. Parecería que aún pesara sobre nosotros el Gran Desastre. Así pudo haber sido al principio. Unos seres humanos que han visto desaparecer el mundo no pueden recobrarse rápidamente. Pero han pasado veintiún años, y hay jóvenes aquí que no conocieron la catástrofe.

»Hay mucho que hacer. Necesitaríamos más animales domésticos, y más perros. Deberíamos alimentarnos de nuestros propios cultivos, en vez de asaltar los viejos almacenes. Deberíamos enseñar a los niños a leer y escribir correctamente. Ninguno de vosotros me ha apoyado. Pero no podemos vivir como parásitos. Es necesario avanzar.

Hizo una pausa, buscando palabras que renovasen el viejo aforismo, «el que no avanza, retrocede», y hubo un coro de aplausos. Ish pensó que los había entusiasmado con su elocuencia, pero vio en seguida que en casi todas las caras había una sonrisa irónica.

—Un discurso viejo, pero bueno, papá —señaló Roger.

Ish lo miró con furia. Jefe de la Tribu desde hacía veintiún años, no le agradaba que se burlasen de él. Pero Ezra se echó a reír, y la tensión desapareció en seguida.

—Bueno, ¿haremos algo? —preguntó Ish—. Quizás el discurso es viejo, pero sigue siendo tan verdadero como antes.

Esperó. Jack, su hijo mayor, sentado en el piso, se incorporó pesadamente. Era ya más alto y más fuerte que su padre, y tenía varios hijos.

—Lo siento, papá —dijo—, pero tengo que irme.

—¿Por qué? ¿Adónde vas? —preguntó Ish, un poco irritado.

—Tengo algo que hacer esta tarde.

—¿No puede esperar?

Jack iba ya hacia la puerta.

—Sí, quizá podría esperar —dijo poniendo la mano en el picaporte—. Pero será mejor que me vaya.

Hubo un momento de silencio. Se oyó el ruido de la puerta que se abría y se cerraba. Ish sintió que se le encendía el rostro.

—Continúa, Ish —dijo alguien, y a pesar de su ira Ish reconoció la voz de Ezra—. Dinos qué debemos hacer. Me gustan tus ideas.

Sí, era la voz de Ezra, y Ezra, como de costumbre, trataba de restablecer la paz, pensó Ish, y hasta lo halagaba.

Ish se serenó. ¿Cómo negarle a Jack su independencia? Jack era un hombre ahora, y no el niño que debe obedecer a su padre. Pero Ish se sentía inquieto aún, y tenía necesidad de hablar. El incidente, por lo menos, podía convertirse en tema de meditación.

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