Otro ejemplo, pero éste de provecho al alma, si el cuerpo tan repleto está, se dará hoy aquí. Empezó a salir la procesión, van al frente los dominicos, con el pendón de Santo Domingo, y los inquisidores después, todos en una larga fila, hasta aparecer los sentenciados, ya fue dicho que ciento cuatro, llevan cirios en la mano, al lado los acompañantes, y todo son rezos y murmullos, por diferencias de copete y sambenito sábese quién va a morir y quién no, aunque otra señal haya que no miente, que es ir el alzado crucifijo de espaldas a las mujeres que acabarán en la hoguera, y al contrario mostrando su benigna y sufridora faz a aquellos que de ésta van a salir con vida, maneras simbólicas de entender todos lo que a cada cual espera, si no reparasen en el vestido que llevan, que, ése sí, es traducción visual de la sentencia, el sambenito amarillo con la cruz de San Andrés en rojo para quienes no han merecido la muerte, el otro con las llamas vueltas hacia abajo, llamado fuego revuelto, si confesando sus culpas la evitaron, y la zamarra cenicienta, lúgubre color, con el retrato del condenado cercado de diablos y llamaradas, cosa que, trasladado a lenguaje, significa que aquellas dos mujeres van a arder de inmediato. Predicó fray João dos Mártires, provincial de los frailes de la Arrábida, y ciertamente nadie lo estaría mereciendo más si recordamos que arrábido fue el fraile cuya virtud Dios coronó engravidando a la reina, así aproveche la prédica a la salvación de las almas como aprovecharán a la dinastía y a la orden franciscana en sucesión asegurada y prometido convento.