Doña María Ana conversa con su camarera mayor portuguesa, la marquesa de Unhão. Han hablado ya de las devociones del día, de la visita realizada al convento de las carmelitas descalzas de la Conceição dos Cardais y de la novena de San Francisco Javier, que se iniciará mañana en San Roque, es el hablar de la reina y la marquesa jaculatorio y al mismo tiempo lacrimoso cuando dicen los nombres de los santos, pungitivo si hay mención de martirios o sacrificios particulares de clérigos y monjas, aunque unos y otros no excedan la sencilla maceración del ayuno o el oculto flagelo del cilicio. Pero el rey se ha anunciado ya, y viene con el ánimo encendido, estimulado por la conjunción mística del deber carnal y de la promesa que hizo a Dios por medio de los buenos oficios de fray Antonio de San José. Entraron con el rey dos camareros que lo aliviaron de las ropas superfluas, y lo mismo hace la marquesa con la reina, de mujer a mujer, con ayuda de otra dama, condesa, más una camarera mayor no menos graduada, que vino de Austria, es el cuarto una asamblea, las majestades que se hacen mutuas reverencias, no se acaba el ceremonial, al fin se retiran los gentileshombres de cámara por una puerta, las damas por otra, y en las antecámaras permanecerán a la espera de que acabe la función, a fin de que el rey regrese acompañado a su cuarto, cuarto que fue de la reina su madre en tiempos de su padre, y vengan las damas a éste a cobijar a Doña María Ana con el edredón de plumas que también trajo de Austria y sin el que no puede dormir, sea invierno o verano. Y es por causa de este edredón, sofocante hasta en el frío febrero, que Don Juan no pasa toda la noche con la reina, al principio sí, por ser aún mayor la novedad que el incomodo, que no lo era pequeño el sentirse bañado en sudores propios y ajenos, con una reina tapada hasta la cabeza, recocido en olores y secreciones. Doña María Ana, que no ha venido de país cálido, no soporta el clima de éste. Se cubre toda con un inmenso y altísimo edredón, y así se queda, enroscada como topo que encontró piedra en su camino y anda pensando por qué lado ha de seguir excavando su galería.